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revista de libros


Edición impresa |  LIBROS

¿Qué nos hace humanos?

Michael S. Gazzaniga

Traducción de Francesc Forn. Paidós. 471 pp., 27 euros

Francisco GARCÍA OLMEDO | Publicado el 18/02/2011



Siempre sonrío cuando oigo a Garrison Keilor decir: “Que tengas buena salud, haz un buen trabajo y mantente en contacto”. Es un sentimiento muy simple, y sin embargo repleto de complejidad humana. Otros primates no lo tienen. Para Michael S.

Gazzaniga (San Francisco, 1939), la frase encapsula nuestra humanidad. Hay pájaros y primates capaces de usar herramientas y monos capaces de comprender la estructura de ciertas frases. También las ratas parecen poseer cierta capacidad de metacognición pero, por mucho que nos afanemos en detectar habilidades humanas en otras especies, Gazzaniga insiste en que la nuestra es algo más que el punto culminante de una línea evolutiva y ve “al ser humano volviéndose, con un cuchillo en la mano, y cortando la correa imaginaria que le une a las versiones anteriores, libre de hacer cosas que ningún otro animal es capaz de hacer ni por asomo”. Tendemos a asignar cualidades humanas a los elementos animados o inanimados que nos rodean y queremos ver a nuestro perro como capaz de sentir compasión, amor, odio y todo lo demás; parece como si nos asustara nuestra soledad en la cúspide de la cadena cognitiva.

Gazzaniga es el director del SAGE Center for the Study of the Mind de la Universidad de California en Santa Barbara y el autor de un libro muy difundido, The ethical brain (2005), que tiene su continuación en el que reseñamos. Ambos libros constituyen una amena síntesis para lectores no expertos. La particular vía de ataque del autor al análisis de la psique humana, y a la delimitación de la notable discontinuidad entre nuestra especie y las más próximas, ha sido la investigación del cerebro escindido, el estudio de las anomalías en individuos que carecen del corpus callosum, el haz de fibras que conecta el hemisferio cerebral derecho con el izquierdo.

El cerebro humano muestra una considerable especialización lateral, algo que apenas se da en otros animales, y el autor especula que tal vez sea ésta la característica que ha hecho posible la singularidad de la condición humana. En efecto, los dos hemisferios del cerebro están especializados, de tal modo que el derecho se enfoca en la percepción y el izquierdo está principalmente involucrado en la cognición, por lo que este hemisferio resulta crucial para el comportamiento inteligente, para la habilidad de percibir a un tiempo aspectos físicos y esenciales de nuestros congéneres: la moralidad humana, el arte o el dualismo.

El discurso de Gazzaniga integra un abanico de disciplinas distintas, como pueden ser la psicología cognitiva, la etología y las neurociencias, para ir más allá del ser humano y adentrarse en el resbaladizo e inquietante terreno de la robótica y de las prótesis cerebrales, posibles dispositivos inanimados capaces de potenciar funciones cerebrales como la memoria o la computación. Gazzaniga no es de los que creen que el cerebro sea un mero computador. En la desigual confrontación de un jugador de ajedrez con el computador Deep Blue, el cerebro del jugador toma sus decisiones sin explorar las consecuencias de todas las posibles jugadas alternativas, mientras que las “tripas” del ordenador sí lo hacen. Gazzaniga se inclina más por adherirse a la idea del cerebro como un banco de memoria del que se extraen soluciones ya elaboradas, lo que explicaría la generación rápida de soluciones correctas por un sistema esencialmente lento. Es ésta una idea sobre la que no todos los especialistas están de acuerdo.

Volviendo a la pregunta sobre qué es lo que nos separa de las demás especies y nos hace específicamente humanos, un hecho sorprendente es que los pacientes con el cerebro escindido no echan de menos la mitad a la que han perdido el acceso y ni siquiera se dan cuenta de que lo han perdido. Para el no especialista, resulta difícil conciliar este hecho con la respuesta que, a modo de conclusión general, da Michael Gazzaniga a la citada pregunta: Nuestras posibilidades específicamente humanas incluyen “la capacidad de preguntarnos por fenómenos de causa y efecto imperceptibles, razonar sobre ellos y explicarlos mediante el lenguaje, el pensamiento abstracto, la imaginación, la autoestimulación, la planificación, la reciprocidad, la matemática combinatoria, etcétera”. Para Gazzaniga, en el proceso de humanización ha tenido lugar lo que en física se llama un “cambio de fase”, pues no hay un solo factor que de cuenta aisladamente de “nuestras espectaculares habilidades, nuestras aspiraciones de viajar en el tiempo hacia un mundo casi infinito, más allá de nuestra existencia fáctica”. Ante ustedes, un buen libro para cavilar.